La
salida a Riglos se dividió en dos excursiones diferentes. La
denominada excursión infantil, de la que ya dimos cuenta en este
blog, y la excursión larga, de la que hablamos hoy.
La
misma consistía en realizar el recorrido circular en torno a los
impresionantes Mallos de Riglos, subiendo hasta la parte alta de los
mismos por el circo central rodeados de paredes y bajando luego por
el sector de los mallos más cercano a las paredes de anidamiento de
los buitres.
La
excursión se inicia en la base de los mallos, y por si alguno no se
acordaba que teníamos por delante 300 metros de desnivel, el camino
pronto nos lo recuerda. Afortunadamente, el entorno, literalmente
metidos entre paredes, y las estupendas explicaciones que nos va
dando nuestro guía José Andrés, hacen que podamos llevar las
empinadas cuestas bastante bien.
Falso
llano tras falso llano, y falso collado tras falso collado,
terminamos llegando por fin al verdadero de ambos y finalizado así
nuestro esfuerzo. El premio es en forma de fantástico mirador sobre
el conjunto de los mallos y río Gállego, y es que en montaña es
raro que una fuerte subida no esté ligada a unas buenas vistas.
Comenzamos
así nuestro descenso, por un camino tan bonito como llevadero, ya
que resulta ser una antigua ruta de subida de caballerías a las
zonas altas de pasto y cultivo.
Durante
el descenso podemos ver (y sobre todo oír) al grupo de la excursión
infantil, que también están haciendo un buen recorrido senderista.
Una
vez llegado abajo, y para rematar el recorrido, nuestro guía nos
desvía un poco del camino para llevarnos a recorrer el pueblo de
Riglos, y contarnos muchas cosas interesantes de su historia, sus
casas y costumbres.
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