CEIP
Miralbueno 57 – Gascón y Marín 34
Las diez y media es una hora tan buena
como cualquier otra. El día del minibasket
fuimos citados para jugar en el Príncipe Felipe a las diez y media, el
partido del sábado pasado fue a las diez y media e incluso la magnífica
excursión a Riglos organizada por el club de montaña del colegio este domingo
tenía la salida prevista a las diez y media.Las diez y media es al Gascón y Marín como la hora del té para los británicos, una cita ineludible. El sábado a las diez y media una agradable temperatura de trece grados invitaba a pasar la mañana en la calle, el sudor era rápidamente evaporado por un gélido viento y alguien había decidido construir el colegio Miralbueno lo más alejado posible de la Plaza de los Sitios. Así pues, al alba y con tiempo duro de levante, el equipo de los gascomarines acudió a su cita con el partido sabadeño sin atender a otras consideraciones menores.
Al llegar gritos de ¡Miralbueno, Miralbueno!
atronaban en el patio. En un principio la inmodestia hizo que quien escribe
atribuyera a su persona tales piropos pero rápidamente se confirmó que no eran
más que egoístas, si bien perfectamente justificadas, muestras de ánimo hacia
el equipo local. Los líderes presentaban un equipo muy alto, y nosotros lo más
alto que teníamos era el colesterol de algún padre que, como todos los que
habían acudido al partido, se apiñaban en la grada sur buscando el calor del
sol.
El demostrado compromiso de los
gascomarines planteaba un primer problema al entrenador cuya habilidad para
resolverlo no hay que minusvalorar. El problema tenía un enunciado de chiste:
¿cómo meterías a veinte gascomarines en un partido de baloncesto? Todos tenían
ganas de jugar y jugaron y todos aportaron y aumentaron la prez de este equipo.
En el primer tiempo, la altura y
decisión del rival nos pillaron por sorpresa y dejaron el marcador con un
parcial de 20 a 4, una diferencia que demostraba que nos enfrentábamos al
primer clasificado y también que los gascomarines no son personas hasta allá
las once.
Con este primer tiempo cualquiera hubiera tirado la toalla, pero hacía demasiado frío para tirar nada que abrigase, así que nos liamos la manta a la cabeza e intentamos hacerles un traje. A partir de entonces las diferencias no iban a ser tan escandalosas y el partido no se decantaría tan claramente por nuestro contrincante, un 6 a 4 en el segundo tiempo y un 12 a 8 en el tercero. Los rivales se daban cuenta de que ya fuera por nuestro orgullo o por el frío que hacía, íbamos a vender caro el pellejo y que ellos quizás habían vendido antes de hora la piel del oso. Entre tanta venta, a la vuelta del descanso sus temores se confirmaron y los gascones seguían apretando el marcador dejando el resultado parcial del periodo en 10 a 12. En los dos restantes parciales resultados casi idénticos uno para cada equipo, 7 a 0 en el quinto y 0 a 8 en el final que confirmaba la rasmia gascomarina y el empuje de un equipo que, aunque menos potente físicamente, supo aprovechar sus virtudes para plantar cara al líder de la categoría que ganó administrando la renta del primer periodo. Baste decir que si no hubiera existido ese primer tiempo el resultado del partido hubiera sido un escueto 37 a 30, aunque también es cierto que si Gascón y Marín no se hubieran conocido nosotros ahora quizás jugaríamos en el Ortega y Gasset o en el Pi y Margall, pero eso ahora no viene a cuento.
Con este primer tiempo cualquiera hubiera tirado la toalla, pero hacía demasiado frío para tirar nada que abrigase, así que nos liamos la manta a la cabeza e intentamos hacerles un traje. A partir de entonces las diferencias no iban a ser tan escandalosas y el partido no se decantaría tan claramente por nuestro contrincante, un 6 a 4 en el segundo tiempo y un 12 a 8 en el tercero. Los rivales se daban cuenta de que ya fuera por nuestro orgullo o por el frío que hacía, íbamos a vender caro el pellejo y que ellos quizás habían vendido antes de hora la piel del oso. Entre tanta venta, a la vuelta del descanso sus temores se confirmaron y los gascones seguían apretando el marcador dejando el resultado parcial del periodo en 10 a 12. En los dos restantes parciales resultados casi idénticos uno para cada equipo, 7 a 0 en el quinto y 0 a 8 en el final que confirmaba la rasmia gascomarina y el empuje de un equipo que, aunque menos potente físicamente, supo aprovechar sus virtudes para plantar cara al líder de la categoría que ganó administrando la renta del primer periodo. Baste decir que si no hubiera existido ese primer tiempo el resultado del partido hubiera sido un escueto 37 a 30, aunque también es cierto que si Gascón y Marín no se hubieran conocido nosotros ahora quizás jugaríamos en el Ortega y Gasset o en el Pi y Margall, pero eso ahora no viene a cuento.
Sea como fuere no debemos preocuparnos,
estas derrotas son como hilitos de plastilina que solidificarán tarde o
temprano en victorias que nos permitirán auparnos a lo más alto. De momento, a
la séptima posición de la tabla.
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