Como cada año, nuestro colegio se acogió al Plan de Fruta del Gobierno de Aragón, una iniciativa financiada con fondos europeos que pretende fomentar hábitos saludables entre el alumnado. Sin embargo, este curso el desconcierto ha sido mayúsculo. Primero, estamos bien entrado en el mes de mayo y no habíamos tenido noticias del Plan hasta hace pocos días. Y ¡qué sorpresa! cuando la Dirección del centro nos comunica la inesperada llegada de la fruta, en nuestro caso: peras de Italia y naranjas de Egipto. La sorpresa pronto ha dado paso al malestar. ¿Fruta de proximidad… importada de Egipto? ¿De temporada… en Italia?
Desde la AFA queremos manifestar nuestro malestar e incredulidad. Este programa, según su propia presentación institucional, busca reconectar al alumnado con la agricultura local, el consumo de proximidad y temporada, la sostenibilidad ecológica y la lucha contra el despilfarro. Sin embargo, los hechos contradicen radicalmente estos objetivos.
La fruta enviada no solo llega desde miles de kilómetros, sino que no cumple con las condiciones mínimas para ser repartida en un centro escolar: peras verdes, duras y sin sabor, naranjas difíciles de pelar y repartir. Además, las cantidades no alcanzan para dos raciones semanales por niño, como indica el propio programa. Por ello, nuestro equipo directivo, con buen criterio, ha decidido que la fruta sea enviada a casa con las familias para que valorásemos si era apta para el consumo de nuestros hijos.
Pero este desajuste no es un caso aislado. Tal y como recoge el Heraldo de Aragón, organizaciones de agricultores denuncian que en plena campaña local se está dejando fruta aragonesa sin salida mientras se importan productos de países terceros. Algunos colectivos califican esta práctica como un “despilfarro” y una “vergüenza”.
Además de ignorar los principios de sostenibilidad, hay que recordar que la fruta que llega desde fuera de la UE no está sujeta a las mismas regulaciones. Ni en lo laboral —donde los salarios mínimos son irrisorios comparados con los europeos—, ni en el uso de fitosanitarios o productos químicos prohibidos en Europa por su impacto ambiental o sobre la salud.
Por otro lado, la respuesta del Gobierno de Aragón ha sido escudarse en la normativa europea, afirmando que: “no se puede incluir la proximidad como criterio porque sería una ventaja competitiva discriminatoria para algunos solicitantes”. ¿En serio? ¿Y a quién perjudica exactamente que la fruta se cultive a pocos kilómetros del colegio? ¿A nuestros agricultores, o a las empresas importadoras adjudicatarias?
La defensa de la producción local no puede quedarse en palabras. No tiene ningún sentido hablar de sostenibilidad mientras se fomenta el transporte de frutas desde continentes lejanos para alimentar a los escolares aragoneses, cuando tenemos a pocos kilómetros explotaciones que cumplen con normativas europeas y que luchan por sobrevivir.
Desde la AFA manifestamos nuestra preocupación por la incoherencia existente entre las prácticas reales y el mensaje oficial difundido por el propio Gobierno de Aragón en la publicidad de la campaña enviada a los centros escolares, en la que se afirma literalmente: "estas actividades persiguen reconectar al alumnado con la agricultura, los productos de proximidad y temporada, la producción ecológica y sostenible y la lucha contra el despilfarro de alimentos". Sin embargo, en la práctica, se promueven acciones que contradicen abiertamente estos principios, lo que genera enfado y malestar en la comunidad educativa y cuestiona la coherencia institucional del proyecto.
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